lunes, 17 de mayo de 2010

¿Y mi chocolate?




Según San Juanka

Pilar es una chica de paladar exquisito. ¡Perdón! Creo que cometí un error: lo correcto sería decir que come lo que le da la gana porque de exquisiteces… nada que ver: milanesas con papas fritas en el almuerzo, hamburguesas en la cena, salchipapas, snacks y todas esas cosas que son tan sabrosas, pero que a la larga aumentan las grasas de las arterias.

De dulce es poco y en muy contadas ocasiones, pero como dice el refrán: a caballo regalado no se le mira el diente.
Hace unos días, su padre le había obsequiado una barra de chocolate, tanto a ella como a su hermano quien se lo devoró al instante.

Para no ser descortés o sabe Dios qué, Pilar abrió esa dádiva y dio unas mordidas. Digamos que probó la quinta parte de la barra.

¿Y el resto? Como mencioné antes: de dulces es poco, por lo que Pilar puso el resto encima del televisor de una manera que pareciera estar cerrado, pero no engañaría a nadie.

Como la tentación es grande, su hermano no pudo con ella y todos los días mordisqueaba – aunque sea – un pedacito sin que nadie se enterara.

Cuando al fin la protagonista quiso otra mordida, encontró a su mamá quien también estuvo “picando” de aquel dulce. Como es lógico, pensaba que se lo había comido. Para evitar la discusión, la madre dijo que eso quedaba a cuenta de una deuda pendiente.

De inmediato, la mamá de Pilar buscó a su hijo (hermano de la petisa) para darle un golpe sabiendo que este último fue el que se lo comió. Por más que el hijo se lo negó, la mamá sabía que cada vez que faltaba comida el responsable era su hijo.

Hasta la fecha, Pilar sigue creyendo que su mamá fue la culpable de aquel incidente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario