domingo, 9 de mayo de 2010

¡Cojudo, cojuda!



Según San Juanka

Hasta hace poco, no entendía por qué se dice que los niños son como una esponja quienes repiten todo lo que escuchan.

A quienes me conocen, sabrán que me encantan los pequeños: jugar con ellos, abrazarlos, corretearlos, cargarlos; en fin, todo lo que pueda hacerles.

Bajo esas circunstancias, mi tía – la menos vieja – vino de visita con mi prima – en aquellos días – de escasos dos años.

De un momento a otro, “las antiguas” (mi mamá y su hermana) fueron a uno de los dormitorios, quedándome solo con mi prima Camila quien quiso acercarse a la ventana a ver qué o quién pasaba.

La tome entre mis brazos y colocándola en uno de los muebles cercanos al lugar, escuché ese peculiar tono de niña repitiendo insistentemente a todo aquel quien pasara por la vía:

¡Cojudo, cojuda!

Las risas no se hicieron esperar cuando se lo conté a las señoras. Fue cuando mi tía explicó que entre ella y su esposo se trataban con esos términos a diario tanto para discutir como tratarse con cariño.

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