domingo, 30 de mayo de 2010

Entre la locura y la conchudez: simplemente Pipo

Según San Juanka

En una fría madrugada de un invierno inclemente, las manecillas del reloj bordeaban las tres cuando una llamada anónima alarmó a todos: el tío Pipo sufrió un accidente en el Trébol de Caquetá y no puede salir de los fierros retorcidos de su vehículo. Aún no llega nadie para ayudarlo.
La comunicación se cortó.

Antes de asimilar la noticia, volvieron a llamar. Esta vez era la voz angustiada de una de las hermanas – la que vivía más lejos – diciendo que ya estaba llegando al Trébol.

Sin perder tiempo, todos tomaron una casaca, algo de dinero y un par de celulares para llamar a quien sea necesario.

Con una diferencia de cinco minutos, llegaron sus seis hermanos y algunos sobrinos (los mayorcitos). Nadie podía acercarse: era muy peligroso.

De un momento a otro, un sonido ensordecedor hizo que las lágrimas fluyan por las espantadas caras de los familiares: la vieja camioneta verde tipo Volkswagen explotó sin dar oportunidad a que nada ni nadie sea reconocible.

Resignados al triste suceso, los familiares del tío Pipo decidieron regresar a la casa de reuniones familiares aquella donde también vivía el protagonista y dos hermanos más.

Al llegar a casa, Carmen – una de las hermanas de Pipo – se dio cuenta que había una luz blanca; hecho que le causó extrañeza porque desde la noche anterior la casa quedó en completa en oscuridad.

Con mucho sigilo entraron cuando una sombra apareció desde el fondo.

- ¡Por fin llegaron! – era la voz del tío Pipo quien no tenía ni un rasguño pero sí un aliento de bebidas espirituosas - los estaba esperando.

Explicó que al perder el control del vehículo, debido a razones alcohólicas, se lanzó del carro, abordó el primer taxi que pasó y desde un teléfono público cerca de casa realizó algunas “llamadas anónimas” a sus familiares más cercanos.

Añadió que hubiera querido llamar desde el Trébol – lugar del incidente -, pero si la policía lo descubría, perdería la licencia para siempre.

Cuando le preguntaron el motivo de las llamadas, el tío Pipo dijo que se había encariñado tanto con su carro que deseo que sus hermanos puedan hacer algo para recuperarlo.

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