martes, 22 de febrero de 2011

El carajo de una bebe



Según San Juanka

El tío y su familia – luego de vivir varios años en el popular barrio de Palomino – se mudaban a la céntrica urbanización Parque Unión, zona en la que vivían sus familiares del tío.

Todos emocionados y nadie de brazos cruzados con la mudanza: los más fuertes y jóvenes cargábamos el pesado refrigerador y el incómodo ropero; las mujeres se encargaban de los adornos, platos y demás utensilios de cocina; otros, camuflados en los carros, traían las últimas medias de la antigua casa.

Incluso los niños tenían una misión: cuidar a los más pequeños (bebes en brazos y próximos caminantes).

Tabata – quien ese momento era la menor de la familia – se llevaba la atención de todos y sobraban ojos para verla.

Aunque, como toda bebe, no comprendía por qué habían tantos miembros de la familia y mucho menos el porqué de las reiteradas visitas de quienes, en su casi dos años de vida, la veían una, dos o hasta tres veces al año.

Al comienzo, pareció no importarle. Lo único de lo que estaba segura era que había muchos con quien jugar.

Pero – como cita la famosa canción del salsero Rubén Blades – todo tiene su final: un día en que ya solo faltaba acomodar algunos detalles, la numerosa familia continuaba “cayendo” de sorpresa y la pequeña Tabata con sus primeras y entrecortadas palabras , balbuceó enérgicamente: “¡Carajo! Otra vez”, al ver entrar a sus abnegadas tías quienes venían a seguir ayudando por enésima vez.

Los padres de Tabata, mis tíos, avergonzados sin saber dónde meter la cabeza, se vieron en la necesidad de disimular el enrojecimiento de sus rostros con unas fingidas sonrisas y acompañar al resto de las carcajadas.

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