Sistema de pago familiar

Según San Juanka

Nunca falta algún antojillo de aquellos, aunque lo malo es que tampoco sobra el dinero para comprarlo.

Ante ese inconveniente, mi tía, la profesora, pidió que le presten la módica suma de S/. 10 a una de sus hermanas, la que en ese tiempo vivía con ella.

Pasan los días y los reclamos no se hacen esperar. El pretexto de siempre: aún no me pagan pero apenas lo hagan, te busco para pagarte.

Al cabo de una semana, le vuelven a insistir, pero – en vez de evadir – asegura que para más tarde, cuando saque del banco, le cancelaría.

Pese a ello, su intención no consistía en desprenderse de sus diez solcitos. En esta oportunidad, mi tía fue donde su hermana mayor con el mismo cuento – que para el caso no importa cuál era.

Nuevamente le prestaron pero en esta ocasión no lo gastó en placeres triviales, sino que esa suma fue destinada al pago de la deuda anterior.

Nunca nadie se molestó porque siempre cancelaba lo solicitado aunque una vez cada seis meses (cada mes es un hermano diferente) llega a mi casa con historias más sorprendentes e increíbles con el único objetivo de conservar este sistema de pago familiar.

Seguro que ahora, al enterarse que su truco fue descubierto, me amenazará con no darme nada para mi cumpleaños ni para navidad, pero – la verdad – no me da miedo porque hace mucho que perdí la cuenta de cuando recibí su última dádiva.