domingo, 14 de marzo de 2010

Tengo una erección

Según San Juanka.

Agradable a la vista, placentero y reconfortable. Ciertamente cualquiera termina con una interjección: ¡Ah! O en su defecto: ¡Oh!

Y es una cosa de todos los días: no hay cómo detenerlo. Pero, en lugar de ser una buena opción, se convierte en una pesada cruz con la cual debemos cargar a diario.

Incluso en el trabajo, ahora que soy profesor, termino exhausto luego de esa larga jornada. Muchos se me acercan, sobre todo en esos momentos especiales. Desean “absolver” sus dudas y algo más. No puedo negarme porque finalmente es mi obligación que todos –o al menos la mayoría– aprenda nuestro idioma.

Además, en realidad, durante la enseñanza no puedo estar de otra manera. Simplemente, porque el profesor no debe dar la clase sentado, sino erecto, es decir, de pie.

Por otro lado, de acuerdo el contexto actual, todos somos testigos de una gran erección: el paro de transportistas convocado para estos días por el elevado costo de las papeletas. Ante esta desazón, cualquiera termina con una interjección: ¡Ah! O en su defecto: ¡Oh! Debido al fastidio que ésta causa.

Lamentablemente, es una cosa de todos los días: no hay cómo detenerlo. La práctica de esta actividad puede ser motivo faltar al trabajo, pero cuando se vuelve constante, se convierte en una pesada cruz con la cual debemos cargar a diario.

P.D.: talvez el título correcto era: Tenemos una erección, pero me pareció más adecuado el que le puse. Les agradecería si pueden darme su punto de vista.

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