
Según San Juanka
Recién salido de la ducha, con tiempo de sobra y sin nada que hacer. Carlos, como cualquier padre que puede dar un aventón a su hija, se brinda para llevarla a Plaza San Miguel sin saber lo que le pasaría más adelante.
Era un día sábado de fin de mes y Wuendy tenía el día libre. Esperaba a su amiga Andrea con quien almorzaría y pasaría toda la tarde. Debían encontrarse a las 11, pero Andrea se adelantó una hora; tiempo en el que Wuendy tenía pensado ir a pagar unas deudas de la tarjeta.
No hay motivo por el cual complicarse. La solución era que vayan ambas y regresen para la hora del almuerzo, pero Carlos, el padre de Wuendy, se ofrece a darles un aventón.
Ya en el lugar, parece que los frijoles del día anterior continúan haciendo el indeseado efecto gástrico por eso – todos sabemos que cuando las ganas llaman… – debemos encontrar rápidamente el baño más cercano.
- Wuendy, ¿se van a demorar? – grita Carlos como si su hija tuviera alguna responsabilidad sobre su sistema digestivo.
- Claro, papá. Acaso no ves que la cola llega hasta afuera – responde Wuendy serenamente.
Como esperando esa respuesta y con un nuevo hincón que presagiaba lo peor, Carlos con mayor énfasis que el último grito, aclara: “Entonces se van solas porque estoy que me cago”. Se dio media vuelta y se fue sin importarle la vergüenza que pudo pasar su hija frente a su amiga o al resto de personas que también hacían cola.
Aunque, quizá la vergüenza no fue mucha porque Wuendy le dijo: “Ya. Chau. Nos vemos”, como si estuviera acostumbrada al florido léxico de su padre.
Ja ja! pero cualquiera que no va al baño como si fuera pan de cada día tiene esas emergencias.
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