viernes, 30 de diciembre de 2011

Mi primera ´pera´



Según San Juanka

La edad: 13 años
El día: lunes
El motivo: alargar el fin de semana
El pretexto: impedida de ingresar por ir con buzo en día de uniforme
La delatora: la prima Pilar

Solo deseaba alargar un día más el fin de semana: caminar, pasear con sus amigas, gastar su dinero y divertirse. Ese alargamiento implicaba faltar al colegio, aquella institución donde te obligan a estar sentado en una incómoda y fría carpeta, escuchar la clase y tomar nota para adornar y rellenar tu cuaderno.

Solo sería un día y nadie – más que sus amigas y ella – sabrían de ese pecadillo, de esa sana diversión que muchos han experimentado – pensó la prima Lucero de apenas 13 tiernos años.

Enrumbaron en dirección opuesta a la puerta del colegio hasta donde sus pies y el viento las pudieran llevar, lejos de las tediosas clases de las primeras horas del tan temido día lunes.

Luego de 15 minutos de un andar despreocupado, ya habían cruzado la avenida Bolivia y dispuestas a alcanzar la plaza Bolognesi, Lucero escucha un alarido que la invocaba y preguntaba qué hacía en ese lugar cuando debía estar escuchando la clase de historia.

Nuestra protagonista gira la cabeza para detectar quién la llama y al ver a la prima Pilar, su rostro pierde la sonrisa, su boca queda entreabierta, los ojos se le desorbitan y palidece como si estuviera viendo a la muerte misma que se la viene a llevar.

- ¿Qué haces acá? - repite la enfurecida prima Pilar.
- Es que no me dejaron entrar al colegio – respondía Lucero con voz temblorosa y mirada perdida – porque estoy con buzo y hoy me toca venir con uniforme – concluyó sin poder articular palabra adicional.
- Y ¿por qué no has ido a tu casa? – interroga Pilar.

El silencio fue tal que por unos momentos se escuchaba la acelerada respiración de la prima mayor que ansiaba una respuesta, pero esta no llegaba.

Sabiendo que fue “ampayada”, la escolar pidió a su prima que se apiade de ella y no le contara nada a su mamá porque de esta no se salvaría, pero fue demasiado tarde: Pilar había llamado a casa de Lucero antes de comenzar el griterío.

Dotes histriónicos
“Mamá perdóname. No lo vuelvo a hacer”, fueron las palabras, que junto a las lágrimas fingidas de Lucero, las salvaron de un castigo ejemplar.

Lo único bueno de todo esto, es que durante esa semana, Lucero llegaba del colegio, almorzaba y se ponía a estudiar así no tuviera examen al día siguiente.

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